En el proceso lógico de la adaptación, Carlos Alcaraz va reencontrándose con lo que demanda el presente, que suena así: ¡Tac-tac! El murciano golpea las suelas de sus zapatillas para sacudirse la tierra y asegurar el agarre en el siguiente punto, y con el paso de los minutos y los peloteos, el subconsciente recuerda de qué va esto: pensar, deslizarse, fluir. Ya habrá tiempo para sacar el látigo. Ocho meses después, el murciano ha vuelto a la arena y en su segunda aparición, lleno otra vez en la pista de Buenos Aires, señora humedad cuando se cierra la noche ante 6.000 espectadores, sube de marcha y reduce finalmente al valiente Andrea Vavassori. El italiano, de 28 años y procedente de la fase clasificatoria, dura exactamente los 58 minutos que se extiende el primer parcial. A partir de ahí, derrumbe. Se llega al 7-6(1) y 6-1 que conduce al español a las semifinales.

“Prefiero a [Nicolás] Jarry, porque no quiero enfrentarme a otro jugador de aquí…”, bromea el ganador, que en ese instante todavía no sabe si este sábado (no antes de las 22.00, Movistar+ Deportes) se enfrentará al chileno o al local Tomás Martín Etcheverry. Será este último. En cualquier caso, Carlitos departe satisfecho, enfundado en una chaqueta negra que le protege del viento que ha complicado la primera manga, el tramo que de verdad ha tenido miga porque en la continuación el rival (152º del mundo) se ha venido abajo. Extraer el de El Palmar que después del aterrizaje del primer día, sin dudas ni contratiempos en el cruce del jueves contra Ugo Carabelli, su juego ha ofrecido un punto más de vigor y ha sabido responder a la osadía de Vavassori, condenado por su declive repentino en el tie break, donde los buenos ejercen y los del montón tienden a deshacerse.

“En el primer set, él ha jugado a un nivel muy alto. Ha sido difícil restarle por el viento, era complicado cambiar de dirección, pero en el segundo su rendimiento bajó y su saque también, y yo he jugado muy bien. Hoy no he tenido tantos altibajos, ayer sí. He sido más lineal y he conseguido mantener más tiempo la concentración. Me he sentido muy bien a pesar de las condiciones, había muchísimo viento para ambos lados. Hay que saber lidiar con el hecho de ser favorito y con que piensen que tienes que ganar”, analiza Alcaraz, que el curso pasado alzó por primera vez el trofeo bonaerense e intenta que se repita la escena. Lo hace, de momento, con buenos argumentos. La efectividad en el servicio (80%) contribuye sobremanera al buen hacer, y desbaratada la única opción de rotura del adversario, en el cuarto juego, aplica todo el peso de la lógica sobre él.

En consecuencia, firma su primera semifinal de este año y comprueba que en una hipotética final se las vería irremediablemente con un argentino, bien sea Facundo Díaz (6-4 y 6-3 a Dusan Lajovic) o Federico Coria (6-1 y 6-4 a Sebastián Báez), citados en el primer turno del sábado. En paralelo, Alcaraz mira por el rabillo del ojo el trazado de Jannik Sinner en Róterdam, donde el italiano también pisa la penúltima ronda merced a la victoria contra Milos Raonic, retirado el canadiense por unos problemas físicos (7-6(4) y 1-1).

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