En abril de 2025, el líder de Estados Unidos reafirmó su dedicación a revitalizar la industria automotriz del país a través de la imposición de impuestos considerables sobre los autos importados. Esta táctica tiene como objetivo motivar a los fabricantes a mover sus instalaciones de producción al suelo estadounidense.
Texto: En una rueda de prensa en la Casa Blanca, el presidente subrayó su inclinación hacia los automóviles fabricados en Estados Unidos, manifestando su aspiración de que las empresas automotrices instalen sus plantas de producción en el territorio nacional. Resaltó la elección de Honda de establecerse en Indiana como un ejemplo favorable de esta inclinación.
En respuesta a estas políticas, Honda ha anunciado planes para aumentar su producción en Estados Unidos hasta en un 30% en los próximos dos o tres años. La compañía japonesa contempla trasladar la manufactura de modelos como el CR-V y el HR-V desde Canadá y México, respectivamente, hacia plantas estadounidenses. Además, se considera la producción de la próxima generación del Civic híbrido en Indiana. Estas medidas tienen como objetivo evitar los aranceles propuestos y mantener la competitividad en el mercado estadounidense.
No obstante, las autoridades mexicanas han destacado que Honda no tiene intenciones de cambiar su producción en suelo mexicano. Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Economía de México, declaró que la compañía ha garantizado la permanencia de sus actividades en el país, refutando noticias que indicaban un posible movimiento de producción hacia territorio estadounidense.
La industria automotriz de América del Norte ha operado durante décadas bajo acuerdos de libre comercio que facilitan el movimiento de partes y vehículos completos a través de las fronteras. La imposición de aranceles podría desestabilizar este sistema, afectando las cadenas de suministro y aumentando los costos de producción. Expertos advierten que estas medidas podrían repercutir en los precios para los consumidores y en la competitividad de la industria a nivel global.
Aunque el presidente desea impulsar la producción nacional, las complicadas redes de suministro y la dependencia mutua entre los países de la zona plantean retos importantes. La imposición de tarifas podría tener consecuencias adversas, perjudicando no solo a los productores extranjeros, sino también a las compañías en Estados Unidos que dependen de piezas importadas.
En este contexto, la industria automotriz se encuentra en una encrucijada, evaluando estrategias para adaptarse a las nuevas políticas comerciales mientras se mantiene competitiva en un mercado globalizado. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para determinar el futuro de la manufactura automotriz en América del Norte.